Aquí estamos con otra enfermedad rara: la enfermedad de Hurler o también
conocida como gargolismo. Esta enfermedad consiste en la incapacidad para
descomponer cadenas largas de moléculas de azúcar llamadas glucosaminoglicanos
debido a que su organismo no produce un enzima que ayuda a romperlas. Estos
glucosaminoglicanos se sitúan en las mucosas y articulaciones y si no se
eliminan adecuadamente pueden producir daños en diversos órganos.
Esta patología es hereditaria y sus síntomas se manifiestan a edades
tempranas (entre los 2 y 8 años) aunque los bebes ya presentan ciertos rasgos
faciales característicos.
Entre los síntomas destacamos: curvatura anormal de la columna vertebral,
sordera, córneas opacas, problemas cardiacos, rigidez, retraso mental y ojos
separados.
Debido a la falta de conocimiento de la enfermedad normalmente el
diagnóstico es tardío, lo que dificulta su tratamiento. Cuando los niños aun no
tienen la enfermedad muy avanzada y por lo tanto no se han producido lesiones
graves, el tratamiento más usado es el trasplante de médula ósea que detiene
los síntomas de la enfermedad. Si por el contrario no se ha detecta a tiempo el
niño presenta deterioro neurológico progresivo y la muerte ocurre a edad temprana,
generalmente por problemas cardiacos o pulmonares.
En este video podéis ver el caso de una niña que, gracias a la
observación y preocupación de sus padres y a la colaboración de distintos
médicos pudo obtener un diagnóstico temprano y ser intervenida quirúrgicamente.
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