Fue descrita por Gonzalo Rodríguez Lafora neuropatólogo
español en 1911. Es una forma de epilepsia mioclónica progresiva que se
presenta generalmente en los países del sur de Europa. Actualmente en España
existen unos 20 o 30 casos. Es una enfermedad hereditaria, transmitida de un modo recesivo, Cuando
los dos padres son portadores del gen, la probabilidad de que cada uno de sus
hijos desarrolle la enfermedad es del 25%.
Esta enfermedad se caracteriza por mioclonos (se refiere a las sacudidas repentinas e involuntarias de un músculo o grupo de músculos), convulsiones epilépticas, y demencia (una pérdida progresiva de la memoria y de otras funciones intelectuales).
Esta enfermedad se caracteriza por mioclonos (se refiere a las sacudidas repentinas e involuntarias de un músculo o grupo de músculos), convulsiones epilépticas, y demencia (una pérdida progresiva de la memoria y de otras funciones intelectuales).
Su
evolución está marcada por una degeneración progresiva del sistema nervioso y
por un deterioro de las funciones cerebrales, conduciendo a un estado de
dependencia total. El enfermo se vuelve incapaz de moverse, de hablar, de
alimentarse..., llegando a un estado vegetativo terminal. Los enfermos
fallecen alrededor de los diez años después de la aparición de los primeros
signos neurológicos.
Los signos que puede presentar este síndrome son entre
otros: cosquilleo de la nariz, considerado como signo precoz de meningitis
cerebroespinal. No es raro en la fase precoz de
la meningitis tuberculosa; se localiza, muchas veces, en la nariz, obligando a
rascarse violentamente a los enfermos, sobre todo a los niños, hasta hacerse
sangre.
Diagnóstico.
Se realiza basándose en los hallazgos clínicos, se confirma mediante la
práctica de una biopsia de piel, demostrando la presencia de los cuerpos de
Lafora y el estudio genético. El tratamiento es paliativo, medicación
antiepiléptica para evitar las crisis.
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