La diferencia con respecto al resto de enfermedades invalidantes es que no existe ninguna prueba de laboratorio que la diagnostique, por lo que quienes la padecen se tienen que enfrentar no sólo a la extrema fatiga producida por la enfermedad sino también a la ansiedad de "deambular de una consulta a otra" sin saber exactamente qué les ocurre.
Aunque no existen unos síntomas concretos, estos suelen ser los más comunes, pudiendo desaparecer o aparecer otros nuevos.
Síntomas:
- Agotamiento extremo.
- Dolores musculares y articulares.
- Alteraciones del sueño.
- Ansiedad e irritabilidad.
- Pérdida de memoria.
- Colon irritable/ estreñimiento.
- Acalculia (imposibilidad de realizar operaciones aritméticas sencillas de modo mental o por escrito).
- Afasia (pérdida o trastorno de la capacidad del habla debida a una lesión en las áreas del lenguaje de la corteza cerebral).
- Parestesias (sensación o conjunto de sensaciones anormales, y especialmente hormigueo, adormecimiento o ardor que experimentan en la piel ciertos enfermos del sistema nervioso o circulatorio).
- Inestabilidad motora.
- Faringitis.
- Cefaleas.
- Ganglios dolorosos, entre otros.
Todavía no se ha encontrado ningún tratamiento que palie esta enfermedad, por lo que el médico realizará un tratamiento personalizado con cada paciente para aliviar los síntomas.
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